viernes, 31 de agosto de 2007

Leímos el texto de Mark Twain, disfrutamos de su humor, de su ternura, de la afirmación poderosa del amor en las figuras de Adán y Eva. Y quisimos decir lo nuestro también, jugando a ser el otro o la otra, inventando una voz y un momento de la historia que a Twain no se le había ocurrido, o decidió no escribir.
Elegimos a Eva y nos imaginamos lo que podría haber escrito cuando dejó de escribir

“Lo que Eva no escribió porque estaba ocupada”

Siento algo que se mueve adentro de mi panza.
No sé de que se trata todavía. Pero mi panza crece día a día. Ya no tengo cintura ni ombligo. Cada vez se mueve con más fuerza.
Mi panza es como un globo hinchado. Hoy no me siento bien; por momentos la panza se pone dura como una piedra... Me está pasando algo raro, es la cosa que está empujando, quiere salir.... ¡ salió! No vi nunca una cosa así; pero me parece que es un bebé. Se parece a Adán, pero es chiquito y arrugado. Lo apoyo contra mi pecho y se prende a mi teta y extrae un líquido que lo calma y lo reconforta, y que yo lo nombro como “leche”.
Sé que es mi hijo; es lo más hermoso que me puedo haber pasado. Lo llamo Caín. Adán parece estar muy sorprendido, lo mira todo el tiempo, pero no se anima a acercarse.

Ahora tenemos otro: se llama Abel. Sé que Caín y Abel son hermanos.


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Estuve bastante enferma, la panza me crecía mucho (a pesar de mis pocas ganas de comer, seguro era por la humedad). Creo que estaba con “embarazación”, aunque eso no suena para nada lindo. No, no; estaba embarazada.

Emba
ra
za da. De esa forma me lo susurró un viento pasajero.

Llego el día en el cual no soporté más los dolores; los robles me ayudaron a calmarme y el virus (¡por fin!) decidió salir de mi cuerpo.

Grande fue mi sorpresa, mi emoción y mi curiosidad, al descubrir que la humedad (mi Humedad, mi Virus) me miraba con ojos ciegos de cielo.

Me quedé atónita. Sentí miedo al tocar el mármol de su rostro y angustia al escuchar su singular lenguaje (Singulares chillidos).

Tal vez tendría hambre, o tal vez, frío. Lo arropé y continuaba lloriqueando. Sentí una Catarata en mi pecho, sentí ternura al verlo agitar sus manitas, sentí calor al estrecharlo contra mis palpitaciones y sentí alivio al oír un denso silencio.
Me di cuenta que era mío y me transformé en madre.


Ma
dre.
Suena increíblemente bien.


Anónimo.

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Martes: No entiendo que le pasa, trata de investigar a nuestros hijos todo el tiempo.
¿Acaso no se ha dado cuenta que son niños? No es difícil de entender, ya que hacen cosas de chicos.
Jueves: Caín inocentemente me ha preguntado por qué su padre los mira extrañamente; es un chico muy inteligente. En cambio Abel piensa que es normal la forma de actuar de su padre.
Ayer por la tarde hemos salido a jugar al bosque. Les he enseñado a cazar y a pescar. A simple vista me doy cuenta que son niños inteligentes y traviesos. Hacen maldades como todo niño, pero se portan bien.
Domingo: Hoy hemos organizado con mis dos hijos un almuerzo en familia. Hicimos juegos entre los cuatro. Abel y Caín parecían muy contentos, saltaban, jugaban y gritaban sin parar. Me he dado cuenta que son dos niños muy felices.
25 años después: Hoy Caín y Abel me han dado las noticias más lindas. Caín se casará dentro de siete meses con aquella chica que conoció en el baile que organizaron los flamencos. Y Abel me ha dicho que en nueve meses su padre tendrá que volver a investigar aquella especie que tanto le intrigaba, ya que tendrá un bebé.

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Empecé a sentirme mal todas las noches, no entendía el por qué; me di cuenta de que mi organismo no era el mismo. Me levantaba con vómitos y mareos. Me empecé a preocupar; con el tiempo los síntomas seguían y mi panza iba creciendo.
¿Será una enfermedad? Con los días crecía más y más y un día empecé a desesperarme: sentía que algo quería salir dentro de mi cuerpo hasta que en un momento ¡PUFF! Salió una especie rara, muy chiquita que lloraba mucho y no sabía como calmarlo hasta que lo puse en mi pecho y se tranquilizó. Sentí con el tiempo que me había encariñado y lo llame Caín.
Al año, empecé a sentir lo mismo y ya no estaba asustada: supuse que iba a ser otro igual a Caín. Pensé en cambiarle el nombre y llamarlo Abel.
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Estos dos extraños seres aparecieron en mi vida como por arte de magia. Al principio no sabía cómo reaccionar; pero al instante, los sentimientos inundaron mi cuerpo: podría llamarlos “cariño”, “amor”, “ternura”, “temor” a que algo malo les suceda, “satisfacción”, “alegría”; todo esto me indicaba que eran especiales, tanto, que daría la vida por ellos.
Yo creo que Adán siente lo mismo, pero no lo hace notar tanto como yo. Si no me equivoco, una nueva palabra ha aparecido en mi vida: “familia”.
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Cada vez mi hinchaba más y más, pero no creía que habían sido las manzanas, porque al ser naturales, se supone que no me tienen que hacer mal.... O tal vez, comí demasiadas, por eso me limité a comer las necesarias. Aunque comía pocas, me hinchaban más todavía. Luego de varios meses, pensé que explotaría ya que experimentaba vómitos y me mareaba fácilmente. Se lo decía a Adán, pero él no me comprendía o no me daba la atención necesaria a lo que me ocurría. Finalmente, un día exploté, o eso creo yo, y salió una cosa fea toda cubierta de sangre (sé que es sangre porque una vez me lastimé la mano y salió un líquido rojo, y cuando lo vi supe que era sangre). Después de varios meses, descubrí que era un bebé. ¡Era tan adorable! No sabía qué era ni para qué servía, pero al verlo me producía un cariño incesante, y a veces un temor a que le ocurriera algo, o que me lo quitaran los vecinos, aunque sabía que me lo devolverían como hicieron con el sol; pero no quería estar sin él ni un momento.
Varios años después, descubrí al experimentar con otro bebé de que eran mis hijos, me gusta usar esa palabra, mis “hijos”....
No le encuentro sentido ni utilidad, pero tengo la necesidad de cuidarlos y eso me da gran satisfacción. Ya que a los dos los quiero: ¿es el mismo sentimiento que siento por Adán? Creo que no, pero...
¿Cómo asegurarlo? Lo que sé, es que estoy más feliz que antes por la compañía de estos seres maravillosos a los que puedo hablar y entender.

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Desde que llegó Caín no tengo respiro alguno con él y sus necesidades. Adán sigue pensando que Caín es una especie de “ experimento “, parece que todavía no cayó. Encima dice estar muy ocupado con sus “cacerías” y sus investigaciones.
Ahora llegó Abel. Realmente Abel es un santo, es un buen niño, no como Caín que ahora está en plan de "adolescente rebelde", “adolescente”... ¿ de dónde saqué esa odiosa palabra?...
También están las niñas, que son insoportables en cierto sentido ... Y yo que pensaba que ya con Caín y Abel tenía demasiado...
Igual se podría decir que todas estas obligaciones me hacen amar a los niños y a su desentendido padre, por quien alguna vez dije, “ trabajaría para él, y viviría esclava de sus necesidades, y rezaría por él y velaría junto a su lecho hasta que muriese”.

“El diario de Adán y Eva” Pág.39

Los Trabajos fueron escritos por alumnos de 3º 4º Turno mañana