domingo, 25 de julio de 2010

Durante mi caminata, escuché un grito agudo y aterrador. Bandadas de pájaros volaron asustados hacia el cielo. Sin pensarlo, corrí hacia donde provenía. Oí otro. Salía de una pequeña casita hecha de madera. Me detuve y me escondí detrás de uno de los árboles. Sentí rugidos y llantos cada vez más fuertes. Recuerdo que corrí sin detenerme...
Abrí la puerta y lo vi. Sin pensarlo le disparé dos veces en la cabeza, tomé mi cuchillo y lo descuarticé. Ahí estaban, se las había tragado enteras, eran Caperucita Roja y su abuela.

Nazareno Tagliabué
2°3°