viernes, 11 de septiembre de 2009

El misterioso asesinato de Mr. Von Alberhat


Londres – Inglaterra. Junio 15.
Entraron a la casa. Estaba abarrotada de policías, vecinos y gente que ni se conocía. Llegaron lo más pronto que pudieron.
El cuerpo estaba recostado sobre el suelo, todo ensangrentado. Suponían que había estado allí mucho tiempo.
Janice abrazó a su madre, tenía tanto dolor por dentro...
Alyson y Becky, entre tanto, observaban a todos los ocupantes de la habitación. No sabían por qué, pero sentían que debían resolver el caso.
Según los policías, podría haber sido un suicidio, puesto que había un par de balas en el lugar del hecho.
Janice se acercó hacia la escena del crimen y preguntó:
-Si fue un suicidio, ¿Cómo se mató?
-Se pegó un tiro en la sien -le contesto un policía.
-Pero... si se pegó un tiro... ¿dónde se encuentra el arma?
-No sabemos.
-Entonces... ¿están seguros de que fue un suicidio?
El policía se retiró molesto y pensativo: ¿Cómo una joven podía cuestionar tanto acerca del tema?
Becky se acercó sigilosamente a Janice, causándole un gran susto.
-¡Becky! ¡No seas boba! ¿No ves que me asustaste?
- Perdón. Estuve pensando... tendríamos que investigar sobre el caso.
- Alyson y yo opinamos lo mismo, habría que indagar primero en la habitación y continuar afuera.
Llamaron a su hermana e investigaron primero en el cuarto, pero no hallaron ningún rastro. Recorrieron todos los pasillos de la casa, sin éxito alguno. Decidieron hacer varias preguntas a algunos sospechosos, pero ya era tarde; por lo cual, se retiraron de la casa para volver al día siguiente.

Junio 16

Por la mañana, bien temprano, se dirigieron hacia la casa del multimillonario asesinado. Tocaron a la puerta y las atendió el ama de llaves. Pasaron hacia el comedor, donde se encontraban la hija y la mujer de Mr. Von Alberhat.
-Discúlpenme. ¿Qué desean?
-Investigamos el caso de su esposo. ¿Podríamos hacerles algunas preguntas?
-¡Eso sería absurdo! ¿Está insinuando que tuvimos que ver en algo?- preguntó la hija, parándose repentinamente.
-No pierda la cabeza señorita - agregó Alyson.
-¿Por qué razón mataríamos a mi marido? -dijo la esposa del difunto.
-Tal vez, por un tema de herencia o por cualquier otro motivo que nunca nadie podría imaginar ¿No lo cree así?- preguntó Becky, apoyándose sobre la mesa de manera acusadora.
-¡No seas tonta Becky! Siendo hija y esposa, reciben parte de la herencia- dijo Janice tironeándole de la remera.
-Son sólo unas simples preguntas, por favor- agregó Alyson amablemente.
-Además, si no son culpables, no creo que les moleste... –dijo una vez más Becky, sin abandonar su actitud inculpadora.
-Está bien, pero sólo unas pocas preguntas. Creo que no le hacen mal a nadie
-respondió la esposa de la víctima mirando a su hijastra.
-Mejor será que me acompañen para estar más cómodas. Si no les molesta. Por supuesto.
-¡No. ¡Por favor!, ¿Cómo nos va a molestar?- dijeron las tres juntas.
Siguieron a la viuda. Llegaron a un pequeño cuarto en desuso, donde solamente había una sillas de madera y un par de cosas de menor importancia.
Primero interrogaron a la esposa. Típica mujer joven: ególatra y muy buena actriz, aunque esas cualidades no podrían sobrepasar la frialdad de Janice, el egocentrismo de Alyson y la personalidad prepotente de Becky.
Luego invitaron a pasar a la hija y le pidieron a la madrastra que las dejara solas. La hija era una mujer egoísta y autoritaria, que no iba a permitir que tres jóvenes pudieran sobrepasarla.
Cuando terminaron, examinaron las respuestas de las sospechosas y se dieron cuenta de que Mr. Von Alberhat tenía un enemigo.
La esposa de Von Alberhat había tenido una gran discusión telefónica con Mr. Van Caster, el mismo día del asesinato.
Las tres hermanas, inocentemente, preguntaron si tendrían la grabación de esa discusión, pero lamentablemente, no la tenían.
Pensaron que podrían hacerle una pequeña visita a Van Caster. Averiguaron su número de telefónico y llamaron a la oficina; pero la secretaria contestó que no se encontraba; se había ido hacía ya un mes a los Estados Unidos.
Se les ocurrió que pudo haber mandado a alguien a matar a Von Alberta; pero luego sacaron esa idea de sus cabezas, ya que era absurdo. Hasta el momento, la empresa de Van Caster tenía más ventas que la de Von Alberhat.
Al llegar a su casa, Alyson preguntó si podría darse por vencida, a lo que Janice contestó que no, muy enfadada.
Becky propuso analizar los indicios encontrados y todas aceptaron.
Empezaron a sacar pistas innecesarias. Primero, no pudo ser un suicidio, porque el arma no estaba en la habitación, ni obviamente, en ningún otro cuarto; segundo, no pudo ser nadie de afuera, dado que las cámaras de seguridad lo hubieran grabado, o los perros lo hubiesen atacado. Al momento, descubrieron que el asesino pudo haber sido alguien que estaba dentro de la casa. Hicieron todos los arreglos para ir al día siguiente a la casa de la víctima a fin saber si alguien había estado de visita por allí.

Junio 17

Al dìa siguiente, visitaron a los Von Alberhat. Les preguntaron a los sirvientes si alguien había entrado, a lo que respondieron que suponían que no había entrado ninguna visita. Los ojos de todos se cristalizaron, de modo que Becky preguntó qué les pasaba.
-El señor era lo único que teníamos. Nos ayudó en todo lo que pudo. Es terrible lo que sucedió. Una injusticia total - contestó el ama de llaves.
-¿Ustedes escucharon el tiro? –preguntó una de las chicas.
-No. Ése era nuestro día de descanso. El señor era un buen hombre.
-Gracias por su ayuda- contestó Becky y, todos continuaron trabajando.
Primero, pensaron que los sirvientes no podían saber nada: ellos no habían estado; pero Alyson retomó, argumentando que aunque los sirvientes no estuviesen, las cámaras debieron haber grabado algo sospechoso.
Luego se pusieron a pensar, ¡todavía no habían visto el video de la cámara!
Cuando pudieron ver la grabación, se dieron cuenta de que alguien había entrado, pero no a la casa. Éste le entregó un paquete a una persona y luego se retiró. Eso dejaba mucho en qué pensar.
-¿Y si fue la esposa? o ¿la hija?-. Preguntó Becky.
-Eso no puedo ser. La esposa dijo que no estaba en ese momento, ella tuvo que irse de viaje- dijo Janice.
-Y la hija estaba en un gran banquete- agregó Alyson
-¿Están seguras de que se fue de viaje?- insistió Becky.
-¿Por qué decís eso? -preguntó Alyson.
-Porque…, mis queridas hermanas, …ella aclaró que estaba en Brasil cuando ocurrió el asesinato, pero el suceso fue durante la noche. ¿Cómo es que ella logró llegar tan rápido desde América Latina hasta Europa?
-Entonces... ella nunca se fue- concluyó Janice.
-Exactamente. Además, en las cámaras sólo se ve a la hija yéndose; es decir...
- dijo Becky.
-¡Que nadie estaba en ese momento más que la esposa!- afirmó Janice.
-No sé. No lo creo- afirmò Alyson.
-Entonces si no lo crees, busquemos si hay algo en su habitación- sugirió Janice.
El cuarto se encontraba arriba. Revolvieron la habitación a más no poder, hasta que encontraron un testamento que estaba abierto y lo leyeron:
“He aquí mi testamento, el que lo encuentre, sepa que quise mucho a mi esposa y a mi hija; pero es tiempo de pensar en los demás. Una parte de mis fondos bancarios es para la empresa; y la otra, es para el Hogar de niños huérfanos.
También, espero que el resto de mis pertenencias sean donadas a todas las moradas de niños que necesiten de mucha ayuda.

Gracias.
Mr. Von Alberhat.

Las jóvenes se pusieron a pensar.
-¡Miren chicas!, ¡encontré algo!- exclamó Alyson.
Las chicas bajaron corriendo, pero para su sobresalto, la policía estaba allí. Querían arrestar a los sirvientes, argumetando que todo encajaba en el crimen.
-Una sirvienta leyó el testamento, donde mi esposo decía que no les iba a dejar nada a ellos y, de tan enojada que estaba, le contó a sus compañeros. Entonces, idearon este plan maligno-afirmó la esposa, indignada.
-Quisieron inculparnos a nosotras, pero no pudieron porque se demostró que nosotras no hicimos nada- agregó la hijatra.
-¡ESPEREN!-gritaron las hermanas al unísono.
-¡Lárguense! ¡El caso ya se cerró! -exclamó la esposa
-Me parece que tiene razón, Becky -dijo Janice.
-¡No! ¡No la tiene! -añadió Becky gritando.
-Vayámonos ya -agregó Alyson.
Cuando las chicas se encaminaban hacia la puerta, Alyson dio media vuelta y le dijo a la esposa:
-¡Ajá! ¿Creías que nos íbamos a dar por vencidas? Encontramos estos pasajes en su cuarto, son para el 27 de Junio, no para el 14 como nos habías dicho. Y sabemos que no existió ningún banquete, te fuiste a la casa de tu mejor amiga para limpiar tu nombre -dijo Janice acusando a la hija.
-Fue un plan casi perfecto, pero no demasiado. Como Von Alberhat no las puso en el testamento, ustedes se enojaron tanto que idearon este plan para eliminarlo. Luego, tirarían la carta de la herencia para quedarse con todo.
-¡Eso es mentira!- dijeron la viuda y la hija.
-Claro que no lo es. Becky lo supo desde el principio; mejor dicho, todas sospechábamos de ustedes. Mr. Van Caster no pudo haber sido porque hacía más de un mes que se había ido a los Estados Unidos y, el día del asesinato, era el día libre de los sirvientes.
La policía tomó a la esposa, a la hija y se las llevó. Poco tiempo después, se reconoció que las tres jóvenes habían hecho un muy buen trabajo; de modo que, les solicitaron que ante cualquier otro crimen, ellas colaboren en su esclarecimiento.


Ayelén Campos, Fátima Viciconti y Josefina Finucci.