Era una noche lluviosa del 25 de febrero de 1993…Un llamado al 911 alerta sobre un ataque a un hombre, en las inmediaciones del Glen Park.
Rápidamente acuden al lugar del hecho un grupo especializado en investigaciones.
-Mi nombre es César Morales, yo fui quien llamó al 911.Vi cuando raptaron a mi vecino el genio Johnny Knoxville.
-¿Cómo fueron los hechos? – preguntó la detective Heather Smith.
-Él estaba saliendo de su casa, cuando dos hombres lo empujaron dentro de un auto negro, no llegué a ver la patente.
-¿Sabe quién pudo haberlo raptado?
-No, pero él ayer anunció su invento, el cual provocaría que muchas empresas no se beneficiaran con el hallazgo.
La detective pensó que una casa como esa, tan vigilada, tenía que tener alguna cámara oculta que pudiera captar algo.
-Any, busca las cintas de vigilancia y si encuentras algo llámame.-ordenó Smith.
Pasadas dos horas, recibe el llamado de su ayudante quien le informa que en las cintas encontradas puede verse la patente y un tatuaje muy peculiar en el brazo de uno de los captores.
-Trae las cintas ya mismo y ocúpate de encontrar el auto.
-Lo rastrearé vía satélite y le informaré inmediatamente sobre los resultados.- aseveró Any.
Any halla el automóvil abandonado en las cercanías de la autopista interestatal nº 7 y alerta a la detective.
Analizaron el auto y encontraron que había sido robado unos días atrás. Además en el asiento del conductor se descubrió un cabello y una tarjeta de un bar muy conocido.
Any se encargó de llevar el cabello al laboratorio y luego, de varias horas, el resultado del análisis dio que pertenecía a Thomas O´Connor, el dueño del bar.
Heather se dirigió a la casa de O`Connor para interrogarlo.
Un joven abre la puerta y pregunta:
-¿Por qué lo busca?
-Necesito hacerle unas preguntas.
-No está, no se encuentra, ¡Váyase!
Heather observa, perpleja, el tatuaje del joven en uno de sus brazos. Coincidía perfectamente con el que había captado la cámara.
Prontamente se dirige hacia el laboratorio a verificar que ese tatuaje sea el mismo. Acto seguido, ordena arrestar al muchacho.
Frank, un chico de veinte años, asustado por el interrogatorio, delató dónde se escondía su hermano y quién los había mandado a cometer el delito.
-Any, averigua quién es el dueño de la empresa “Mundo electrónico” y arresta a Thomas O`Connor.- pidió Smith.
Una vez que arriban al lugar donde, supuestamente, se encontraba Thomas, tocan la puerta y observan que, por detrás de la casa, un hombre huye. Después de una larga persecución, pudieron atraparlo. Horas después, mientras la detective revisa las pistas, Any le comunica:
-Ya trajeron al cómplice; el interrogatorio fue bastante largo pero dimos con el paradero del genio informático.
Cerca de un basural, en una casa abandona, atado a una silla, estaba Johnny Knoxville, con apenas unos rasguños. La detective recibió el llamado de su asistente, quien le facilita el nombre del dueño de la empresa. Resulta ser César Morales, vecino del secuestrado.
-César es mi socio, mi vecino y mi amigo, desde hace mucho tiempo- dijo Johnny.
-¿Por qué cree que pudo hacer esto?-le pregunta la agente.
-No lo sé, deberíamos preguntárselo a él.
Unos minutos después, César Morales, confiesa su plan: planeó contratar a los hermanos O`Connor para que hicieran desaparecer a Johnny Knoxville. Luego, reportaría el secuestro y nadie sospecharía de él. Así, podría quedarse con las ganancias del nuevo producto y permitiría que su empresa saliera de la quiebra en que se encontraba. Pero su plan fracasó.
César Morales fue juzgado y llevado a la Corte Suprema para decidir su destino. Fue condenado a cumplir una pena de cuarenta y cinco años y a realizar trabajos comunitarios, aún después de su libertad.
Rápidamente acuden al lugar del hecho un grupo especializado en investigaciones.
-Mi nombre es César Morales, yo fui quien llamó al 911.Vi cuando raptaron a mi vecino el genio Johnny Knoxville.
-¿Cómo fueron los hechos? – preguntó la detective Heather Smith.
-Él estaba saliendo de su casa, cuando dos hombres lo empujaron dentro de un auto negro, no llegué a ver la patente.
-¿Sabe quién pudo haberlo raptado?
-No, pero él ayer anunció su invento, el cual provocaría que muchas empresas no se beneficiaran con el hallazgo.
La detective pensó que una casa como esa, tan vigilada, tenía que tener alguna cámara oculta que pudiera captar algo.
-Any, busca las cintas de vigilancia y si encuentras algo llámame.-ordenó Smith.
Pasadas dos horas, recibe el llamado de su ayudante quien le informa que en las cintas encontradas puede verse la patente y un tatuaje muy peculiar en el brazo de uno de los captores.
-Trae las cintas ya mismo y ocúpate de encontrar el auto.
-Lo rastrearé vía satélite y le informaré inmediatamente sobre los resultados.- aseveró Any.
Any halla el automóvil abandonado en las cercanías de la autopista interestatal nº 7 y alerta a la detective.
Analizaron el auto y encontraron que había sido robado unos días atrás. Además en el asiento del conductor se descubrió un cabello y una tarjeta de un bar muy conocido.
Any se encargó de llevar el cabello al laboratorio y luego, de varias horas, el resultado del análisis dio que pertenecía a Thomas O´Connor, el dueño del bar.
Heather se dirigió a la casa de O`Connor para interrogarlo.
Un joven abre la puerta y pregunta:
-¿Por qué lo busca?
-Necesito hacerle unas preguntas.
-No está, no se encuentra, ¡Váyase!
Heather observa, perpleja, el tatuaje del joven en uno de sus brazos. Coincidía perfectamente con el que había captado la cámara.
Prontamente se dirige hacia el laboratorio a verificar que ese tatuaje sea el mismo. Acto seguido, ordena arrestar al muchacho.
Frank, un chico de veinte años, asustado por el interrogatorio, delató dónde se escondía su hermano y quién los había mandado a cometer el delito.
-Any, averigua quién es el dueño de la empresa “Mundo electrónico” y arresta a Thomas O`Connor.- pidió Smith.
Una vez que arriban al lugar donde, supuestamente, se encontraba Thomas, tocan la puerta y observan que, por detrás de la casa, un hombre huye. Después de una larga persecución, pudieron atraparlo. Horas después, mientras la detective revisa las pistas, Any le comunica:
-Ya trajeron al cómplice; el interrogatorio fue bastante largo pero dimos con el paradero del genio informático.
Cerca de un basural, en una casa abandona, atado a una silla, estaba Johnny Knoxville, con apenas unos rasguños. La detective recibió el llamado de su asistente, quien le facilita el nombre del dueño de la empresa. Resulta ser César Morales, vecino del secuestrado.
-César es mi socio, mi vecino y mi amigo, desde hace mucho tiempo- dijo Johnny.
-¿Por qué cree que pudo hacer esto?-le pregunta la agente.
-No lo sé, deberíamos preguntárselo a él.
Unos minutos después, César Morales, confiesa su plan: planeó contratar a los hermanos O`Connor para que hicieran desaparecer a Johnny Knoxville. Luego, reportaría el secuestro y nadie sospecharía de él. Así, podría quedarse con las ganancias del nuevo producto y permitiría que su empresa saliera de la quiebra en que se encontraba. Pero su plan fracasó.
César Morales fue juzgado y llevado a la Corte Suprema para decidir su destino. Fue condenado a cumplir una pena de cuarenta y cinco años y a realizar trabajos comunitarios, aún después de su libertad.
Florencia Satragni, Jennifer Zulli, María Luz Cruz Navía, Gustavo Carrizo y Mathías Iriarte.
2do 1 era. T. Tarde