viernes, 10 de julio de 2009

La luna; la única luz en medio de esta oscuridad. No veo mis pies, pero sé que están ahí. Camino, primero lentamente, luego, un poco más rápido. Quiero llegar. No sé a dónde, pero quiero salir de aquí. No escucho más que mis pasos contra, lo que supongo, debe ser asfalto. El aire frío entra por mi nariz. Sin embargo no siento frío en el cuerpo. No hay olores, ni nada parecido. Parece que camino en medio de la nada.
La luna; ahora, tapada por la neblina. Yo sigo caminando, casi sin pensar. ¿Pensar en qué? No recuerdo ni quién soy, ni como llegué acá, pero si hay algo en lo que no me equivoco, es en que quiero irme, y cuanto antes. La razón está desvaneciéndose sutilmente, y mi cordura está en su límite. ¿Estoy delirando? ¿O soñando? ¿Acaso será una broma de mi mente? Sea lo que sea, me consume.
La luna; esta vez, está muy brillante, nada la envuelve; y es hermosa. De repente, creo tener sordera, porque ni mis pasos escucho, no escucho nada. Intento destaparme los oídos con mis manos y… ¡No siento mi cuerpo! No se si sigo caminando, o respirando, o viendo.
Si. Veo. Veo un resplandor a lo lejos que se me acerca, o yo me acerco a él, no lo sé. Puedo distinguir una sombra quieta, en medio de ese fulgor. Se me acerca. Súbitamente, un aire cálido y una luz cegadora. Cierro los ojos.
Los abro. Ahora que veo, recuerdo algo. Y me saluda como si me hubiera ido por un largo tiempo. Y me cuenta, que acabo de regresar de un coma.

Aylén Acebey
2do 4ta